Historias de Guanajuato 3

ebido a que nuestra ciudad es muy antigua y por mucho tiempo no existieron bancos, era común que la gente guardara su dinero, monedas de oro o plata, enterrándolo en lugares secretos. Algunas personas al morir se llevaban a la tumba su secreto, pues nunca le comentaron a nadie la existencia de sus tesoros ocultos. En el presente no es tan común escuchar a la gente decir que alguien de repente se hizo rico porque "se encontró el dinero".

Una de estas fantásticas historias es la siguiente: En la década de 1950, una joven al dirigirse a la bendición nocturna a la Parroquia de San Miguel en compañía de su hermana se le quebró un tacón de su zapato. Mientras su hermana se regresó a traerle otros zapatos, ella se sentó en la banqueta, a pocos metros de su casa en la actual calle de san francisco. Al estar esperando, le pareció escuchar el ruido de unas cadenas arrastrándose. Ella por el miedo ignoró el extraño ruido y ya con nuevos zapatos se dirigió a la iglesia.

Por la noche al estar dormida, sintió que alguien la descobijaba, por lo que se tapó. Otra vez la descobijaron, por lo que se sentó en la cama y vio un bulto blanco. Pensando que era uno de sus hermanos, le pidió que ya dejara de andar de travieso y la dejara descansar. Nuevamente la destaparon y sentándose de nueva cuenta en la cama, volvió a contemplar la figura blanca. Gritó: "¡ya déjame dormir!". Se volvió a acostar y se durmió.

Al día siguiente, le dio la queja a sus padres de que uno de sus hermanos no la había dejado dormir. Su papá fue a reclamarle al hijo por su acción, pero para su sorpresa él negó todo.

Pasaron los días y la joven volvió a sufrir la misma experiencia. Pero en esta ocasión se dio cuenta que el bulto blanco, no era su hermano sino un muerto. A partir de entonces este espíritu se le apareció constantemente.

Al hacerlo, le dijo en diversas ocasiones que él tenía un presente que darle, un tesoro enterrado en su misma casa. Este constaba de un caso lleno de monedas, mitad de oro y mitad de plata. El muerto le prometió decirle donde estaba, a cambio de que a media noche lo fuera a sacar con él. Además, de que al desenterrarlo, tenía que entregar un cofre de metal lleno de medallas al Templo de la Virgencita de la salud; así como mandarle decir unas misas y rosarios. Finalmente, que le diera las gracias personalmente de mano. Ella muda del miedo no podía contestarle.

La joven le contó lo sucedido a sus padres. Al principio, no le creyeron, pero en cierta ocasión al estar lavando junto con su mamá en el patio trasero de la casa, contempló al muerto y empezó a tartamudear. Temblando le señaló a su mamá lo que veía, pero la mamá no distinguía nada. La muchacha más tarde le comentó que observó al bulto blanco bajando los restos de una cerca tirada que dividía la casa con la que se encontraba a espaldas.

Siguiendo el consejo de su padre, la siguiente vez que vio al ánima, se colocó una medalla de San Ignacio de Loyola en la boca para poder contestarle. Ella le comentó que ella no quería sacar el dinero pero que su papá si estaba dispuesto. El muerto le respondió que tenía que ser exclusivamente ella.

A los pocos días la joven se casó y se fue a vivir a un rancho. Pensó que al suceder esto se libraría del muerto...¡pero hasta allá la siguió! La petición siguió siendo la misma.

Su esposo al estar enterado de ello en la próxima aparición le dijo de maldiciones. Por lo que el bulto blanco ya nunca jamás la molestó. ¿El tesoro? Del tesoro se dice que un nieto dueño de la casa trasera lo encontró. Ahora es un acaudalado comerciante y la gente dice que es porque... se encontró el dinero.

Por favor compártelo en tus redes sociales, eso me ayudaría muchísimo para seguir adelante...

Gracias!!

Comentarios

Entradas más populares de este blog

▷ Las Brujas de Ixtlahuaca

▷Historias de Jalacingo

•●XOLOITZCUINTLE●•